“Estábamos esperando este recomienzo.” Fueron las palabras con las que Mons. Jesús Sanz Montes, Arzobispo de Oviedo, saludó a los numerosos sacerdotes, religiosos y feligreses que participaron a la celebración eucarística del primer día de la Novena a la Virgen de Covadonga.Un momento central de la vida de la diócesis que marca la vuelta a lo ordinario de la vida diaria, pero desde la experiencia extraordinaria de una presencia que quiso intervenir en ella, Cristo Jesús, para injertarla en la Eternidad de la vida divina.
A este primer día acudieron fieles de diferentes puntos y parroquias del Principado y hasta de dos diócesis de Portugal, que el Abad del Santuario, Adolfo Mariño, quiso mencionar antes de comenzar la Liturgia de la Palabra, por lo que hubo en este día una presencia significativa del pueblo de Dios, que en la Virgen María reconoce el lugar personal donde toda posibilidad de recomenzar se hizo realidad y se concretiza hoy para quienes de verdad la anhelan. “Bienvenidos –dijo Mons. Sanz– con vuestra heridas, preguntas, certezas y esperanzas. Seáis recibidos por esta Señora, la Santina, que tiene su casa abierta y encendida para acoger a sus hijos.”
Desde que la pandemia estalló no se había podido vivir con normalidad este momento decisivo para esa porción de la Iglesia tan estrictamente vinculada al misterio de María, que en ella quiso dejar un sello de su predilección maternal, trasformando una cueva, bendita por su presencia, en un icono de su vientre, donde la eterna novedad de Cristo, el Hijo eterno del Padre, va reconquistando para él el reino que más valor tiene para Dios: las vidas de los hombres.